La manera de organizarnos, las dinámicas internas, los hábitos colectivos, son capaces de cambiar el comportamiento de las personas. De igual forma, personas empoderadas, con sentido y una actitud adecuada, son capaces de cambiar las organizaciones y los sistemas. Por tanto, la transformación requiere trabajar con los sistemas y al mismo tiempo, trabajar con las personas que los operan.
La verdadera transformación ocurre cuando un sistema complejo cambia su naturaleza para tomar otra forma (trans-formarse) como entidad. Esto requiere de atender diferentes dimensiones del cambio conjuntamente (caudal) durante suficiente tiempo (persistencia) hasta que dicha entidad llegue a su punto de inflexión y la transformación sea inevitable y permanente.
Grandes cambios generan grandes resistencias que son muy difíciles de gestionar. La transformación educativa más racional y adecuada a las personas no es aquella que realiza cambios en poco tiempo, sino aquella que realiza pequeños cambios cíclicos, de forma colectiva, que se mantienen en el tiempo y se suman a otros que van llegando poco a poco, a corto, medio y largo plazo.
Si queremos una innovación pedagógica y organizativa sostenible, algo debe poder sostenerla, porque de otra manera, toda iniciativa (programa, curso, metodología, tecnología) acabará por desvanecerse o irá quedando aislada. El entramado que puede sostener la innovación colectiva son una serie de estructuras auto-gestionadas por los propios profesionales, que no requieran necesariamente de un líder carismático para sostenerse en el tiempo.