(Discurso pronunciado por Pedro Navareño Pinadero en el Ingenio Carmelita, 27 de febrero de 2020. Riofrío, Valle del Cauca. Colombia.)

Decía Jhon Dewey, hace casi un siglo que: “Si enseñamos a los alumnos de hoy como enseñábamos ayer les estamos robando el futuro”.

Por esa razón, consideramos que no es una opción sino una obligación entender nuestro mundo para formar personas felices y que sepan vivir en una sociedad globalizada e interconectada, si queremos avanzar en la dirección correcta en nuestra tarea de educar.

Así pues, debemos saber que el futuro de la sociedad, de los pueblos, de las instituciones, será de aquellos que confíen y desarrollen una cultura organizativa basada en el potencial y las fortalezas del individuo, de aquellos que apuesten por el talento de las personas, de aquellos que consigan y desarrollen la capacidad de inspirar una cultura colaborativa basada en la ética de las organizaciones, de aquellos que logren desarrollar la habilidad de conectar con la pasión y la motivación individual y colectiva de las personas y la sociedad.

En definitiva, el futuro será de aquellas organizaciones que tengan la capacidad de aprender para construirlo. Porque en un mundo que cambia a un ritmo tan acelerado, “La capacidad de aprender puede llegar a ser la única ventaja competitiva” que nos diferencie de los demás.

Y ello debe ser así, porque hoy sabemos que en los próximos 10 años la escuela sufrirá una transformación tan grande, por la aplicación de las tecnologías, que, en estos momentos, nos cuesta imaginar cómo será. Por otro lado, en el ámbito laboral, se calcula que más del 60% de los estudiantes que están hoy en la escuela realizarán trabajamos que aún no están inventados, no los conocemos. Sin olvidar otros datos de la realidad actual como que el conocimiento se duplica cada tres años, que la información que recoge en un día el New York Time es mayor de la que podía acumular una persona en toda su vida en el siglo XVII, etc.

En ese contexto, la escuela ya no tiene sentido que siga encerrada en sí misma, que siga intentando llenar cabezas, pues como decía Albert Einstein, “La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional es un fiel servidor. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el don.”

La éxito del maestro y de la escuela en el siglo XX estuvo vinculado esencialmente a los logros académicos del alumnado. En el siglo XXI se están creando nuevas demandas y retos que cuestionan los objetivos y principios vigentes, tanto para el profesorado como para las escuelas.

Por consiguiente, la escuela del siglo XXI debe ser una institución en la que se deben desarrollar habilidades y capacidades que hasta ahora estaban ajenas a su enseñanza, y debe tener un papel fundamental para el desarrollo de la sociedad, más allá de limitarse a ofrecer contenidos que el estudiante debe tener a bien aprenderlos, para en un momento determinado, devolverlos y demostrar lo que ha aprendido; hoy la escuela debe transformarse en un lugar donde aprender a aprender, desaprender lo aprendido y volver a aprender sea el norte que guíe nuestros pasos. Porque el único camino que tenemos para construir un futuro esperanzador es la educación.

Por otro lado, los expertos, la investigación científica, las lecciones aprendidas de los mejores sistemas educativos del mundo y la última cumbre mundial de la innovación educativa nos indican que es necesario que la educación del siglo XXI, se centre, en crear las condiciones para el desarrollo de aprendizajes que nos permitan ser personas éticas, individual y colectivamente, desarrollar habilidades para innovar, para tener iniciativa emprendedora, para desarrollar el pensamiento crítico, para saber colaborar y trabajar con otros, para saber comunicarse, para saber manejar y aprovechar las tecnologías, para saber vivir y respetar las diferencias culturales, ideológicas, políticas, sociales, personales, etc. Y también será decisivo el desarrollo de habilidades para la vida tales como la flexibilidad, la proactividad, el liderazgo, la resiliencia y desarrollar habilidades sociales que nos permitan desenvolvernos en un mundo complejo y líquido, donde nada es permanente y en el que todo está sometido a la incertidumbre, sabiendo que la única certeza que tenemos es que no hay certezas universales ni definitivas.

En consecuencia, el “Plan de Acompañamiento Pedagógico Integral para la innovación y la mejora educativa sostenible” que estamos desarrollando en la institución educativa “Alfredo Garrido Tovar” con el generoso patrocinio del Ingenio Carmelita se basa en esa concepción del mundo y de la educación, y con una visión de proyecto empresarial, que transciende la productividad y la rentabilidad económica para también generar rentabilidad y bienestar social, contribuyendo al desarrollo general y educativo del ámbito geográfico y productivo en el que se ubica, creando una economía sostenible y favoreciendo el bienestar social de toda la población. En nuestro caso concreto, la aportación que hace el ingenio, se centra en colaborar con la escuela para que pueda responder mejor a las exigencias que la sociedad le demanda.

Por esa razón, el proyecto en el que venimos trabajando, responde al lema de esta jornada de “Educar con Corazón”, es decir, cuidando a todos los miembros de la comunidad educativa, a los estudiantes y a las familias, para que se sientan acogidos y destinatarios de un trabajo serio y comprometido por parte de la institución educativa, y al profesorado ofreciéndoles la ayuda que necesitan para realizar un trabajo mejor, pues en definitiva son el primer factor, y el más importante, que incide en la calidad de la educación.

Pero, también hemos aprendido de la experiencia y de la reflexión sobre la práctica, que hoy la escuela sola no puede y que para educar a un niño necesitamos toda la tribu, como reza el dicho africano. Por ello, el proyecto que venimos implementando se asienta, entre otros, en los siguientes principios educativos:

Calidad con equidad, Inclusividad, Colegialidad, Liderazgo distribuido, Docencia efectiva y centrada en el aprendizaje, Aprovechamiento del tiempo escolar como tiempo de aprendizaje, Desarrollo de la capacidad profesional docente, Participación e implicación de las familias y Desarrollo de comunidades profesionales de aprendizaje.

En definitiva hoy solo es posible avanzar en educación, si tenemos los pies en la escuela y la cabeza en la ciencia, o como diría Newton, “debemos caminar a hombros de gigantes”, es decir debemos aprovechar todo el conocimiento y la experiencia que la ciencia ha acumulado a lo largo del tiempo para no repetir lecciones ya aprendidas. Pues es el momento de superar la idea de que no tenemos conocimiento suficiente para lograr el éxito de la escuela, pues “con lo que sabemos hoy alcanza y sobra para mejorar la educación”, como demuestra David Perkins en su libro “las escuelas inteligentes”. Por tanto, lo que necesitamos es tener la voluntad y el compromiso de compartir objetivos y generar las sinergias del trabajo colectivo para el logro del bien común.

Y no debemos olvidar, que todo ello ha de hacerse para alcanzar la felicidad que debe ser nuestro objetivo último en la vida, para lo cual debemos recordar que sin felicidad no podemos esperar que haya un buen cumplimiento en el trabajo. Y para ser felices, debemos estar motivados. Para estar motivados, debemos ser responsables. Para ser responsables, debemos entender por qué y para quién trabajamos, y debemos ser libres de decidir cómo lo hacemos. Frederic Laloux.

En fin, cada mañana al iniciar el día, cada uno de nosotros decidimos el camino que queremos seguir, nadie elige por nosotros, por tanto al final del día no busquemos justificaciones en otros por lo que sucedió, miren en su interior y reflexionen por qué estamos donde estamos.

En fin para no alargarme más y antes de terminar, quiero, desde aquí, aprovechar esta oportunidad, para expresar mi más sincero agradecimiento, tanto al ingenio Carmelita, como a la institución educativa y sus docentes, por el inmenso placer que me brindan de poner a su disposición mi experiencia profesional de más de 43 años y toda una vida dedicada a esta noble y hermosa profesión de ayudar a aprender a los demás.

Por último, y ya para concluir, decirles que un grupo de personas comprometidas pueden cambiar el mundo, decía Margaret Mead, y de hecho es del único modo como se ha hecho siempre. Por ello les invito a que reflexionen sobre lo que realmente es importante y transcendente para ustedes y sus hijos, porque ni el entusiasmo, ni la implicación, ni el compromiso se pueden comprar, solamente se pueden despertar, se pueden generar, y ello se logra desde proyectos sociales y educativos como el que estamos presentando esta mañana aquí. Por tanto no esperen que otros hagan por ustedes, pónganse manos a la obra y actúen de manera responsable colaborando en este proyecto común y compartido, que es de todos y para todos sin exclusión, porque hoy sabemos, más que nunca, que el futuro será de aquellos que mejor se adapten y trabajen colectivamente de manera más decidida en su construcción.

Muchas gracias.

 


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