Claves para la efectividad de los programas en educación pública

En educación pública a veces se parte de la premisa que la formación docente debe atender las necesidades que tiene la administración de formar a su profesorado, pero las entidades educativas tienen sus propias necesidades y, por tanto, se debería plantear un ciclo de formación interna donde los propios centros escolares pudieran hacer los requerimientos a la administración. En Perú, hemos apoyado a la Dirección de Formación de Docentes en Servicio (DIFODS) desde el 2016 en el diseño y puesta en marcha de un piloto para darle la vuelta a esta formación, que ya no venga solo de arriba hacia abajo sino también de abajo hacia arriba.

El programa se llama Ciclo de Formación Interna y sigue creciendo (ya está en 16 regiones, atendiendo a 360 instituciones educativas y 9371 docentes) después de 6 años, aún después de la pandemia y de varios ministros de educación, pero sigue necesitado de algunas condiciones si se quiere generalizar.

A continuación, algunas claves que pueden ayudar a la sostenibilidad y escalabilidad de éste y otros programas en educación pública (que también pueden servir para la reflexión en la educación concertada y privada):

En resumen, se necesita 1) tiempo, los docentes necesitan horas específicas y sistemáticas para poder encontrarse, 2) liderazgo de los directores que puedan construir estos vínculos, y no puede ser por decreto, lo deben generar desde abajo; 3) una estrategia que pueda acompañar el proceso. Por ejemplo, comenzar por los retos que tengan más posibilidades de éxito, priorizar lo que necesite cada centro escolar. Porque las necesidades son diversas, y también los ritmos para poderlos desarrollar.

 

  1. Darle la vuelta a la normatividad: En la educación pública la cultura de normatividad es muy fuerte. Se piensa que emitiendo una norma se hace realidad, pero eso no pasa, y menos cuando la norma pide a las personas ir en contra de sus creencias, costumbres, prácticas, etc. El reto es que al escalar los nuevos programas que se ha verificado que funcionan, el modelo se aplique de manera que se vaya generando una nueva cultura (nuevas dinámicas generan nuevos comportamientos, que a la larga pueden generar una nueva cultura) y no se ponga en riesgo su efectividad. El proyecto Escuela Nueva de Colombia, por ejemplo, trata de atender a centros unitarios compartiendo principios y acciones sobre lo que se va a realizar, para poder avanzar. Se necesitan acuerdos que permitan construir significados colectivos. Se necesita pensar de dónde obtener esas horas que requiere el profesorado y, por tanto, se necesita voluntad política.

 

  1. Ganar la voluntad del profesorado: La otra cuestión importante es la disposición y voluntad de los y las docentes. Aquí debe haber un conjunto de estructuras para la gestión del conocimiento que sea altamente participativa. Las comunidades profesionales de aprendizaje ayudan a gestionar esta riqueza porque son estructuras que generan autonomía y aplican dicha autonomía para tomar decisiones de mejora e innovación. Pero desde la Administración hay que darles espacio para crecer: hay una diferencia entre publicar directrices y reglamentos. Las directrices permiten luego que cada centro educativo pueda contextualizar, los reglamentos no. En este sentido, también son fundamentales los equipos directivos de los centros, como responsables de liderar las personas, que deben estar formados para poder hacer su tarea (habilidades de coaching, de desarrollo de inteligencia emocional, etc.).

 

  1. Asegurar las condiciones de sostenibilidad: Una de las condiciones más importantes para la sostenibilidad de los programas tiene relación con el tiempo para poder dedicarlo a la mejora educativa. Si se quiere que los docentes puedan liberar horas, una manera de hacerlo es haciendo a los alumnos más autónomos. ¿De verdad tenemos que estar siempre encima de ellos? María Montessori ya lo experimentó y lo comprobó científicamente. Hoy día, todos los centros que llevan su apellido saben que metodológicamente es posible que los alumnos desde edades muy pequeñas hasta jóvenes pre-universitarios puedan trabajar de forma autónoma e incluso se pueden ver aulas donde no hay ningún docente y los alumnos trabajan concentrados en las tareas que tienen delante sin prácticamente ninguna ayuda de un adulto. Otra idea para reflexionar con los docentes y directores, en caso de excusarse en la falta de tiempo, es pensar en cómo “dejar de hacer cosas que siempre se han hecho”  ( a veces ya convertidas en rutinas) para ganar ese tiempo en lo que realmente es interesante y transformador.

 

Referencias del Caso del Ministerio de Educación del Perú:

https://www.escalae.org/client_story/ministerio-educacion-peru/

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