El Concepto de Docente Extendido/a: criterio para la adopción de tecnología en educación

Desde inicios del Siglo XX se ha pensado en alternativas para personalizar el aprendizaje, pues entonces ya se tuvo claro que no todos aprendemos igual y, por tanto, tampoco se puede enseñar de la misma manera. Muchas de estas metodologías exigen a los docentes una serie de competencias que permitan hacer posible el seguimiento de cada estudiante en función de aquello que necesita para aprender y mejorar dicho proceso. Sin embargo, también se ha podido confirmar que, a pesar de contar con estas competencias pedagógicas, sigue siendo difícil para un/a docente cumplir con las condiciones necesarias que permitan la personalización del aprendizaje y el desarrollo de todo el potencial de aprendizaje en cada estudiante.

Llegados a este punto, parece inevitable mencionar que una manera de cubrir estas limitaciones docentes inherentes a su condición humana está en el uso de la tecnología, siempre y cuando pensemos en ella como un potenciador del docente y no como un sustituto.

A continuación, se desarrolla este enfoque con algunos ejemplos para la reflexión de directores y docentes sobre criterios para la adopción de tecnología en educación.

Para hacernos una imagen del concepto de Docente Extendido, pensemos en una de esas películas futuristas donde una persona mejora sus capacidades físicas e intelectuales gracias a la tecnología, levantando pesos que antes no podría y resolviendo problemas que antes no hubiera podido resolver, en resumen, siendo capaz de hacer más gracias a esas extensiones tecnológicas que posee. Esta imagen, trasladada al ámbito educativo, nos puede ayudar a hacernos la idea de Docentes Extendidos, es decir, docentes que pueden llegar más allá, que pueden resolver más problemas, que pueden ayudar a sus estudiantes de una mejor manera, todo ello gracias a la tecnología.

Sabemos que un docente tiene una capacidad limitada de individualizar el proceso de aprendizaje cuando tiene un número más o menos grande de alumnos en clase, que además son normalmente heterogéneos, y por tanto, puede intentar desarrollar dos o tres velocidades de clases diferentes a partir de metodologías de trabajo en pequeños grupos, de la gestión social del aula, del trabajo cooperativo entre iguales y de actividades de tutorización. Pero imaginemos que este docente contara, además, con una tecnología que le permitiera conocer de una mejor manera a cada estudiante, que permitiera saber cuál es su ruta de aprendizaje, es decir, de dónde viene, dónde está en este momento, y cuál es el siguiente paso que debería dar para hacerlo avanzar en su zona de desarrollo próximo. Imaginemos que dicha tecnología le permitiría al docente establecer un itinerario totalmente individualizado para cada estudiante, con ejercicios específicos para su nivel y con un monitoreo que permitiera variar el grado de dificultad de la ejercitación en función del nivel que ese alumno fuera demostrando. Antes era un buen docente, pero con la tecnología se convierte en un súper docente, capaz de llegar donde humanamente no sería posible.

Un docente tiene una capacidad limitada de gestionar la gobernanza de clase, pero imaginemos que pudiera contar con una tecnología que permitiera entender mejor las emociones de cada alumno en el día a día, además de la dinámica grupal, que le ofreciera incluso alternativas para establecer acuerdos, actividades y retroalimentaciones oportunas para hacer avanzar al grupo y a cada uno de los individuos… este docente ya era empático, pero gracias a la tecnología puede serlo mucho más en beneficio de sus estudiantes y del grupo-clase.

Los profesionales de la educación tienen un conocimiento relativo de sus propias competencias y de su propio talento para producir aprendizaje. Pero imaginemos una tecnología que permitiera hacer un escáner de sus competencias críticas y habilidades para dar clases, que pudiera ofrecerle un informe detallado de lo que ya domina y lo que necesitaría trabajar más. Pero además, que le ofreciera un itinerario personalizado y lo conectara con otros docentes a nivel mundial que pudieran ayudarle, orientarle y darle retroalimentación constructiva sobre su práctica. Un docente puede desarrollar su práctica con el tiempo, pero con esta tecnología el docente podría desarrollar su talento de forma exponencial.

Lo interesante es que las tecnologías mencionadas no son ciencia-ficción, dichas aplicaciones ya existen y pueden ser adquiridas por cualquier docente y entidad educativa. Por ejemplo: Portrait Learning de Analyticus para la analítica predictiva (https://es.analytikus.com/learning-analytics), Imocli para la parte emocional (https://imocli.com) o TeachersPro para el desarrollo profesional (https://teacherspro.com).

Así pues, la idea es pensar en este tipo de tecnología como una especie de exosqueleto que hace que un/a docente llegue donde antes no llegaba, conozca a sus estudiantes de una manera que antes no los conocía, y sobre todo, se conozca a sí mismo/a mejor de lo que lo había hecho jamás.

En este enfoque de docente extendido la tecnología se utiliza para ser mejor docente, no para ser sustituido por ella. He aquí pues un criterio para seleccionar tecnología que se quiera adoptar en las aulas:  tecnologías que funcionen como un potenciador del docente, es decir, que le permita ver más, escuchar más, sentir más. Tecnología que le sirva de asistente para hacer lo que no podría con el tiempo disponible,  que le haga de consultorio para darle respuestas a preguntas que le puedan surgir en su día día. Cuando un profesional de la educación se enfrente a problemas del día a día, debería poder utilizar esa tecnología extendida para superar los obstáculos en el aprendizaje de sus estudiantes. Cuando un docente quiera ayudar a otro docente, debería de utilizar esta tecnología extendida para construir puentes, ayudar a los colegas, gestionar el conocimiento y aprender con otros…

Este enfoque en el uso de la tecnología es el mismo que se utiliza en el ámbito de la salud. En dicho sector la tecnología no está diseñada para sustituir a un médico, sino para hacer más potentes y precisos sus diagnósticos, sus tratamientos y su seguimiento. Deberíamos dotarnos en el sector educativo de este mismo enfoque.

Un docente extendido, como una hibridación de humano y máquina, es la mejor combinación posible de un profesional de la educación en el siglo XXI, porque la máquina tiene una alta capacidad de procesamiento y su crecimiento es exponencial, por tanto, puede ser de gran ayuda para memorizar contenidos, para desarrollar algoritmos que permitan dibujar patrones y conocer así el potencial de aprendizaje de cada estudiante, e incluso, capacidad predictiva para saber qué puede pasar con ese/a estudiante en un futuro. Si todo este potencial tecnológico se puede, de alguna manera, integrar en el trabajo diario de un/a docente con talento para producir aprendizaje, que además posea una alta capacidad de comunicación, de empatía y de vocación de servicio, podríamos estar dando con una de las claves para elevar la profesión docente al lugar que se merece en esta sociedad del conocimiento, la información y el aprendizaje en la que vivimos.

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