La Pobreza de Aprendizajes y la Pandemia

Ahora que estamos terminando el segundo año en el que hemos sufrido los estragos de la pandemia, es importante abrir la mirada y analizar las consecuencias de sus efectos en la educación a un nivel más global, porque si nos quedamos solo con nuestra experiencia local, podemos perder el foco de las urgencias y los retos a los que nos enfrentamos como civilización. Según datos del Banco Mundial y UNICEF, quienes determinaron el indicador “pobreza de aprendizajes” (la proporción de niños de diez años que no pueden leer un texto básico en una población), durante la pandemia hay países que llegan, en este indicador, a cerca de un 70% de la niñez. Esto tiene unas consecuencias tremendas, ya que se han demostrado dificultades posteriores de dicho analfabetismo que pueden acompañar en toda su vida a una persona e incluso afectar a sus descendientes.

A pesar de que las escuelas están abiertas en algunos países o regiones, a nivel mundial hay alrededor de 647 millones de estudiantes para los cuales las aulas siguen cerradas parcial o totalmente. La tentación ante nuevas olas es la de cerrar los centros educativos, pero ¿cuáles son los requisitos mínimos para que esta medida sanitaria no acabe afectando tan gravemente la educación y el futuro de las generaciones actuales?

Para ello, es necesario tener una infraestructura que pueda soportar la continuidad de la educación con garantías mínimas en cuanto a la producción de aprendizaje. Como afirman Henrietta H. Fore, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial en un reciente artículo: “Hay que dar a los niños la oportunidad de recuperar la educación que han perdido. Necesitan acceso a materiales de lectura bien diseñados, oportunidades de aprendizaje digital y sistemas educativos transformados que los ayuden a superar futuros desafíos. En este proceso es fundamental la presencia de docentes preparados y un uso eficaz de la tecnología”.

La tecnología empleada al servicio del aprendizaje puede funcionar como un gran igualador para recuperar lo que se ha perdido en estos años, pero deben cumplirse algunas condiciones que también pueden servirnos para reflexionar en nuestro espacio local de trabajo, como la de:

1) Priorizar la formación docente previa a su implementación con el alumnado.

2) Priorizar el curriculum y centrarse en lo más importante sin dejar de atender la parte socioemocional de los y las estudiantes.

3) Tener en cuenta las particularidades de cada país en cuanto a infraestructura eléctrica, la conectividad a Internet y el desarrollo de tecnologías que no necesariamente necesiten una conexión permanente.

4) El aprovisionamiento de dispositivos digitales para los estudiantes, sobre todo para los más desfavorecidos.

5) la capacidad de implementación y gestión de datos que permitan una atención más personalizada de cada estudiante en función de sus propias necesidades.

 


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