Educación Basada en Evidencias: La Infografía sobre un Sistema de Indicadores Educativos

Por: Federico Malpica Basurto

Educación Basada en Evidencias: La Infografía sobre un Sistema de Indicadores +Educativos

Llevo desde 1998 investigando y desarrollando indicadores para entender mejor a las organizaciones educativas como sistemas complejos. Me encantan los datos, creo que es actualmente la diferencia entre la profesión médica y la educativa. En el Siglo XX se fue desarrollando la Medicina Basada en Evidencias (hoy día los médicos cuentan con guías, protocolos y herramientas de diagnóstico que les permiten fundamentar su práctica), y en el Siglo XXI nos toca ir desarrollando una Educación Basada en Evidencias (guías, protocolos y herramientas de diagnóstico pedagógico que nos permitan fundamentar nuestra práctica docente en el aula). 

 

Cuando me invitaron de Escuelas Católicas de Madrid para hablar de indicadores educativos en su V Congreso, me pidieron básicamente resumir 20 años de trabajo… ¡en 20 minutos y sin proyector! Así pues, la única solución que encontré para poder realizarlo fue diseñar una infografía que lo resumiera, la cual comparto ahora aquí.

La estructura es sencilla, en la primera página se explica lo que debe considerarse para desarrollar un sistema de indicadores educativos (Parte 1) y en la segunda se describe cómo desarrollar este sistema (Parte 2). Cada parte tiene su A, B, C o estructura básica, por así decirlo. Después, se van explicando algunas características y funciones que tienen su orden lógico comenzando por el título principal a la derecha y yendo en sentido de las manecillas del reloj.

PARTE 1: Cómo crear un Sistema de Indicadores Educativos

Aquí la parte básica inicial (el A, B, C) está compuesto por las tres preguntas básicas para fundamentar cualquier proyecto educativo, así como su mejora/transformación. No se comienza pensando en la enseñanza (qué metodologías, que pedagogías, qué contenidos, qué tecnología, qué competencias docentes, etc.) sino pensando primero en el aprendizaje, ya que es lo único que tiene fin en sí mismo (el resto son medios). Por tanto, la primera pregunta es ¿qué prometemos que aprenderán nuestros estudiantes? (Perfil de salida/egreso del alumnado). La segunda pregunta, de carácter técnico, es: ¿Y eso que prometemos que aprenderán, ¿cómo dicen las ciencias de aprendizaje que se aprende? Finalmente, ahora sí, podemos comenzar a preguntarnos ¿cómo debemos enseñar para producir ese aprendizaje?, tomando aquí en cuenta la enseñanza en su sentido más amplio, es decir, cómo ponemos todo lo que hacemos, todo lo que somos y todo lo que tenemos en nuestra entidad educativa al servicio del aprendizaje para que éste suceda, asumiendo todas las consecuencias que de ello deriven (fundamentación de un proyecto educativo con “Radicalidad Pedagógica”).

A partir de aquí, se trata de generar un sistema de Indicadores Educativos que permita medir hasta dónde estamos aterrizando ese proyecto educativo en la práctica: hasta dónde cumplimos con lo que prometemos y cómo mejorar esa promesa: la infografía explica que hay de dos tipos de indicadores: Indicadores de Impacto e Indicadores de Desempeño. En cuanto a los indicadores de impacto, también son llamados de resultado (las notas académicas y competenciales) y de percepción (resultados de las encuestas de satisfacción), los cuales son necesarios, pero no suficientes. Utilizar solo indicadores de impacto para tomar decisiones es como intentar conducir un automóvil viendo siempre el retrovisor… al final chocamos. Como educadores, no podemos esperar a las notas (anuales o finales) o las encuestas de satisfacción para actuar, básicamente porque nuestros estudiantes ya han acabado el curso o su escolarización. ¿No podíamos saber antes de acabar que algo estaba pasado, que algo podíamos mejorar? Los resultados nos dicen qué impacto estamos teniendo en el aprendizaje del alumnado y en la percepción de las familias, pero ¿cuáles son las causas? Explicar las causas depende de tres marcos de análisis interrelacionados: lo pedagógico, lo organizativo y el bienestar de las personas en nuestra entidad educativa. La infografía describe los tres marcos que hemos desarrollado en el Instituto Escalae al respecto: a) 16 Ámbitos de Análisis de la Práctica Educativa Efectiva, b) 6 Dimensiones que más afectan la mejora continua y, c) 5 Variables accionables del Bienestar. En el QR se puede encontrar más explicación de cada marco, para construir el propio sistema de indicadores que pueda abrazar la complejidad de cada entidad educativa lo más posible.

PARTE 2: Como desarrollar/implementar un sistema de indicadores educativos. 

Aquí también hay un A, B, C el cual parte de la base que los indicadores no sirven de nada si no tienen sentido para quienes los aplican. La clave para que esto suceda es el “Compromiso Interno”, el sistema de indicadores educativos debe ser algo construido de abajo hacia arriba, donde los docentes se agencien de éste, se comprometan, lo hagan suyo y, por tanto, lo utilicen de referente para mejorar su práctica. Para impulsar un sistema de indicadores educativos hay dos opciones: de Arriba-Abajo, en el cual el equipo directivo diseña el sistema y lo impone a su profesorado (se hace, pero seguramente no convence) o puede optar por equilibrar este enfoque con otro de Abajo-Arriba (se hace porque lo hemos consensuado entre todos y lo queremos así). Se trata de ofrecer tiempos, espacio y soporte por parte del equipo directivo para que el cuerpo docente pueda llegar a diferentes acuerdos colectivos sobre la práctica educativa (cómo enseñar) para ir aterrizando el modelo pedagógico de la institución. Estos acuerdos se pueden convertir en “pautas de trabajo común” con indicadores muy claros de desempeño.

Es cierto que no se puede acordar todo, pero tampoco es necesario. Se trata de encontrar cuáles son las “palancas del cambio”, ese 20% de indicadores que nos permite el 80% de control sobre nuestro proyecto educativo, dentro de un marco donde esas decisiones se tomen de forma muy participativa, porque entre más participa el profesorado de su propia evaluación y mejora, más ganas les dan de incorporarlo en su aula (compromiso interno).

Estos acuerdos colectivos docentes permiten desarrollar una Guía de Indicadores Educativos poco a poco, pauta a pauta, en consenso fundamentado por parte del profesorado, que luego puede irse evaluando para ir desarrollando hábitos docentes colectivos.

Cuando hablamos de evaluación, en educación lo entendemos muchas veces como poner notas a los docentes o juzgarlos, pero el verdadero sentido de la evaluación profesional es el aprendizaje de competencias para la mejora continua de la práctica docente. Por tanto, esta Guía de Indicadores Educativos debe dar pie a diferentes instrumentos que recojan evidencia desde diferentes fuentes para luego poder hacer un mapa claro de la situación de cada docente sobre su práctica. Esto es la evaluación participativa 360º, que también es evaluación formativa, donde cada profesional se auto-evalúa (mediante instrumentos reflexivos, portafolios de evidencias o planes de mejora personal), el profesorado se co-evalúa (mediante práctica reflexiva u observación entre pares de clases o de evidencia), el equipo directivo evalúa el cumplimiento de los propios acuerdos metodológicos a los que ha llegado el cuerpo docente (hetero-evaluación) y, finalmente, también se pregunta al alumnado y las familias cómo están recibiendo las nuevas prácticas (evaluación de impacto).

Al final, los datos de esa evaluación 360º deberían llevar a una reflexión periódica para la mejora continua en 4 Dimensiones (4D), tanto a nivel individual (plan de mejora personal) como colectiva (plan de mejora pedagógico anual). Éste es el proceso de mejora continua de cualquier sistema de calidad, pero ya con sentido pedagógico, del aula hacia la organización. De esta manera, este Sistema de Indicadores Educativos puede integrarse con cualquier sistema de calidad (ISO, EFQM, etc.) o plan estratégico institucional para darle inteligencia pedagógica al mismo.

Conclusiones

La infografí no solo explica aspectos técnicos a desarrollar, porque para que sean sostenibles, algo tiene que sostenerlos en la organización. Se trata de ir creando una cultura interna que permita desarrollar hábitos docentes colectivos, se trata de “sacarle brillo” al proyecto educativo singular de cada entidad educativa a través de la coherencia metodológica para mejorar la consistencia (el estímulo coordinado) en el aprendizaje del alumnado y en el compromiso interno del profesorado. En definitiva, se trata de alinear a todo el personal con las finalidades educativas de la institución. Como dijo en alguna ocasión la Madre Montserrat del Pozo, se trata de que “un colegio no sea la suma de sus docentes, sino que, en cada docente, esté todo el colegio”.

Fuentes

Instituto Escalae (2023). Infografía “Educación Basada en Evidencias. Sistema de Indicadores Educativos”. De libre acceso en: https://bit.ly/INFOGRAFIA-ESCALAE

 

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